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Será que la naturaleza, de alguna manera, nos esta llamando la atención para poner cada uno de nosotros un granito de arena para empezar a cuidar nuestro planeta?

Me llamo Carlos vivo en el barrio de Caballito junto a Mariela y mis hijos Juan y Josefina. La pandemia nos atravesó como a cada uno de los habitantes de nuestro planeta.

Poniéndolo en pocas palabras, esta crisis nos enseñó una vez más a levantarnos en este fugaz viaje llamado vida.

Siempre nos dedicamos a las plantas? No Yo soy Ingeniero y Mariela es diseñadora. Sin embargo, el hecho de haber conocido a Mariela y con la inesperada ayuda de esta pandemia volví o, mejor dicho, volvimos a conectar con las plantas. El amor por las plantas estaba latente en mi. Se originó en mi primera infancia. Mis más hermosos recuerdos son de los períodos de vacaciones escolares en la casa de mis abuelos maternos. Allí vivía la abuela Michi. Una hermosa viejita nacida en Galicia, de contextura pequeña aunque enorme en su capacidad de brindar amor. Su cabello era suave, lacio, totalmente blanco. Su mirada, radiante de amor y pintada del azul más hermoso. Ella vivía en una casa grande con un fondo lleno de verde en el que yo pasaba mis veranos jugando con mis primos e iba de a poco y, casi sin darme cuenta, aprendiendo de plantas gracias a mi abuela.

Muchas horas de matecitos, cenas a la luz de las velas, charlas hermosamente interminables, y sucedió lo inevitable… Compramos mas plantas, nos regalaron otras, esparcimos semillas, construimos una huerta, comimos nuestro propio alimento, cambiamos nuestra alimentación, compostamos, reciclamos. Muy de a poco, casi sin darnos cuenta, nuestra casa se llenó de plantas.

Tanto que comenzó a parecerse a una selva.

 

Bienvenidos a Casa Selvática